Cuando en 1978 me tocó hacer la mili en Madrid, él, que no me conocía más que por mis dibujos, me acogió en el piso que compartía entonces con el Hortelano y Ouka Lele. Pasé muchísimas tardes allí dibujando, charlando, bebiendo y escuchando música. Aquello me salvó la vida mental.
Fuente: El blog de Max
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